Un propietario de un Range Rover Velar 240 SE del año 2018, adquirido nuevo en marzo de ese mismo año en un concesionario oficial de Land Rover, se encuentra actualmente en una situación complicada tras experimentar una avería inesperada en su vehículo.
Con 80.730 kilómetros en el odómetro, el pasado 12 de abril, el conductor recibió una notificación de prestaciones restringidas, indicada por una luz roja en el tablero. Al detener el vehículo de inmediato, solicitó asistencia de grúa para trasladarlo al taller Land Rover de confianza, donde regularmente se realizaban las revisiones.
Tras un diagnóstico realizado por el concesionario, se identificó una serie de problemas graves en el motor. Según el informe técnico, se detectó una fuga en el colector de admisión, junto con ruidos inusuales procedentes del motor. Además, se realizó una prueba de compresión que reveló que el cilindro 1 estaba fuera de los límites aceptables, indicando un posible daño en el pistón. Ante esta situación, se recomendó la sustitución completa del motor y del colector de admisión, con un presupuesto estimado en 17.463,66 € con IVA incluido.
A pesar de seguir rigurosamente todas las pautas de mantenimiento recomendadas por el fabricante y realizar todas las revisiones en el concesionario oficial, el propietario se enfrenta a la negativa de Land Rover para asumir la responsabilidad de la reparación. La marca argumenta que el vehículo está fuera de garantía y que la avería puede atribuirse al desgaste normal del motor.
Con la intención de buscar una solución justa, el propietario ha presentado una reclamación escrita tanto al concesionario como al servicio de atención al cliente de Land Rover. Sin embargo, ante la falta de respuesta satisfactoria, el propietario ha decidido tomar medidas legales adicionales. Se ha puesto en contacto con un perito para realizar un examen detallado del estado del motor, con la intención de presentar una demanda judicial para que la marca asuma todos los costos de la reparación del vehículo.
